cocteleras

Te voy a contar un anuncio que me ha desencajado la mandíbula.

Una pareja entra en un taxi.

Él (mirando unos papeles): ¡Mira! ¡Colesterol alto!

Ella: Yo estoy igual, y si no haces nada, te sigue subiendo.

Él (indignado): ya, pero es que yo no quiero cambiar mi vida.

Taxista (se vuelve): eso me pasaba a mí, y lo he resuelto tomando este yogur en envase tamaño dedal que cuesta una pasta, pero que tiene una sustancia que reduce el colesterol sin que tengas que mover un dedo, cambiar nada en tu vida, ni pasarlo un poquito mal por no darte todos los caprichos culinarios que te apetezcan. Un pequeño cambio que ayuda a que nada cambie ¡¡Y funciona!!

Vale, no lo dice así, pero es la idea.

Y mira, lo clavan.

Te dicen lo que quieres oír.

Y te dan la solución mágica para tu problema serio y complicado.

Cero esfuerzo.

Cero cambio.

Cero dedicación.

Tú te tomas esto todos los días (en 5 segundos de tu tiempo), y todo se soluciona.

Me gustaría decir que esto pasa mucho en el mundo del perro.

Pero, en realidad, pasa en cualquier aspecto de nuestra vida que nos exija.

Porque está en nuestra naturaleza.

La inercia.

La pereza

La ley del mínimo esfuerzo.

Idiomas, adelgazar, muscular, bajar el colesterol, tocar instrumentos, lo que sea.

Pero me centro en perros, que es lo mío.

Si la convivencia te genera algún problema que te desespera o te frustra, tienes el yogur mágico.

Tomarlo cada día es una opción, no suele funcionar casi nunca, porque no tocas la raíz de los problemas.

Pero te sientes bien porque haces algo.

Luego, cuando nada cambia y no entiendes por qué, ya no te sientes tan bien.

Pero eso es porque tomas poco, dobla la dosis.

Otra manera de enfocarlo es que necesitas formarte.

Entender qué es un perro, cuáles son sus conductas normales, sus necesidades, sus fases del desarrollo, su modo de comunicarse.

Cuando aprendes y entiendes esto, se abre un mundo nuevo ante tus ojos.

Uno que ni imaginabas, fascinante y sorprendente a partes iguales.

Cuando aprendes esto, no volverás a mirar a los perros de la misma manera.

Nunca más.

Pero claro, te toca esforzarte un poco.

Y luego te toca cambiar hábitos, rutinas, costumbres.

Da pereza.

Da vagancia.

La inercia es lo que tiene.

Así que vas a tener que esforzarte y empezar a formarte.

Solo así podrás lograr cambios profundos en la relación con tu perro.

Y como consecuencia, en sus conductas actuales.

Pero no es para vagas ni perezosas.

Tampoco para quienes esperan yogures mágicos que corrijan toda una vida de derivas.

Puedes empezar apuntándote a los correos diarios, con un contenido que se consume rápido.

Aunque luego aplicar lo que aprendas en tu día a día te va a exigir que pongas de tu parte, a veces bastante.

La recompensa, a cambio, merece la pena.

Garantizado.

error: Este contenido está protegido